Todos buscamos afanosamente ser felices. Buscamos la felicidad en todos los caminos de la vida. Por todas partes se nos dice que allí está la felicidad; pero, cuando nos acercamos para vivirla, nos damos cuenta de que no era el camino adecuado. El mundo nos asegura que con dinero, placer, fama, poder se llega a ser felices. Muchos ya tienen todo lo que el mundo les ofrece y son los más infelices entre los seres humanos. Es difícil encontrar personas que afirmen sin titubeos que son felices.
El Salmo 1 de la Biblia comienza indicando cuál es el camino de la felicidad, en cuanto ésta pueda ser experimentada aquí en la tierra. El Salmo 1 inicia afirmando: “Bienaventurado el que...”. Otras traducciones apuntan: “Feliz”, “dichoso”. Lo cierto es que el Salmo 1 afirma que ya es dichoso el que va por el camino que Dios revela, que no es un camino puramente humano, sino divino: revelado por Dios en su santa Palabra.
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